Sin maillot, ni equipo
Pegado a su caballo de hierro, una Norman de 1935, Juan Marchetti, un argentino de 34 años, surca en compañía de su arte plástico y el confidente de sus más profundas cavilaciones (el libro que escribe), los territorios latinoamericanos hasta llegar a México, desde donde partirá para España al recuentro con su amada.
Juan Marchetti, partió de su natal Argentina el 4 de enero de 2012; en compañía de su novia Raquel Pérez (española), con la ilusión de dos almas enamoradas de recorrer Latinoamérica. ¿El objetivo? Llegar hasta la tierra de El Benemérito de las Américas, entrar a México por tierra, en bicicleta.
El ciclista sin maillot, ni equipo, había surcado junto a su amada, el frío intenso de Bolivia, acampado en los áridos desiertos del Perú, visualizado el atardecer en las playas paradisíacas del Ecuador y contemplado, parte de los parajes colombianos, cuando su media naranja, tuvo que volverse a España, para acompañar a su padre que había enfermado. De allí, empezó tu periplo en solitario, bueno escoltado por “La legendaria”, cual él llama a su vehículo.
A este viajero, no lo llena las ganancias económicas, sino ese deseo aventurero y la pasión por dejar un legado. “Escribo lo que veo, trato de llevar un registro, ya que al terminar mi viaje, lo revivificaré en las páginas de un libro”, señala, entretanto sostiene algunas réplicas en miniaturas de la bicicleta que lo transporta.
Entró a Panamá por el Puerto de Obaldía. Cuenta que su mayor gratificación al pisar tierra istmeña, no fue ese sentimiento generalizado de grande impresión, el cual sobrecoge a quienes por primera vez observan el sueño de Ferdinand de Lessep (El Canal de Panamá), sino la dicha de hacerse una fotografía al lado de la Bandera de Panamá.
“Permaneceré en este sitio, solo el tiempo conveniente, no más de eso”, aseguró, sin establecer fecha. Añadió que antes de partir, pretende ir a conocer Bocas del Toro.
Marchetti, un artista plástico, como él se define, confecciona bicicletas de alambre dulce, replicas de la Norman de más de 70 años que, fondos que le permitan continuar con su viaje.
Aunque el viajero, asegura estar viviendo su sueño, aislándose de las presiones del mundo, existen algunas cosas a las cuales no se acostumbra. “La gastronomía cambia de un país a otro, ese ha sido uno de los retos a vencer”, declara. Recordó, que por razón de la comida su amada Raquel enfermó en Bolivia, pero eso no los detuvo.
En su morral, carga a cuestas banderitas de los países visitados; su aventura capturada en medios impresos; cientos de fotos y su confidente (un cuadernillo de anotaciones el cual más tarde será el libro de cual él habla). Otra posesión, que lleva, no su maleta, sino en el corazón es el cariño y apoyo que le han demostrado en todos los países en los que ha estado.
Culminará su giro, sin mayores contratiempos, asiéndose de todos premios de montaña, metas volates y por supuesto, como líder en la general individual, en los próximos meses. Aseguró que de allí, se trasladará al país ibérico, para iniciar otra travesía, esta vez en compañía de su media naranja. España, Francia, Italia, Alemania e Inglaterra, sin duda a bordo de su “Legendaria”, la Norman 1935, sin cambios de velocidad.