Los chiricanos y bocatoreños sufren porque el hospital Rafael Hernández se encuentra en condiciones mediocres, y aún están a la espera de que se construya una segunda torre que, supuestamente, resolverá muchos de los problemas según se lee en un letrero, como si ese anuncio fuera suficiente para cubrir las necesidades de salud de la población.
Mientras tanto, los elevadores llevan más de dos años sin funcionar; solo uno está en servicio y allí se mezclan pacientes, médicos y visitantes con trapeadores, escobas, basura, comida y medicinas, sin las mínimas condiciones de salubridad.
Es una falta de respeto que los residentes de la segunda provincia con mayor población del país y con una economía local pujante y significativa estemos sumidos en el olvido y alejados de las inversiones estatales.
¿Y qué decir de la carretera Santiago– David?, pues que es un peligro para los conductores, sin embargo, no hay visos de que el Estado vaya a licitar o adjudicar de forma directa (acto preferido del gobierno actual) la ampliación o, en su defecto, la reparación y el mantenimiento que requiere esa transitada vía. Tambien podemos destacar el problema de la basura, agua entre otras necesidades básicas que todavía en pleno siglo autoridades no ha podido mejorar.
La lista sigue con paradas de buses inexistentes, calles en donde no se puede circular porque los carros se estacionan a los costados, falta de semáforos, de señales que orienten a los conductores. Simplemente, es un “dejar hacer, dejar pasar” lo que sucede en nuestra provincia; no hay planes inmediatos ni mediatos para incrementar la economía en Bugaba, oriente, frontera, Barú, Pedregal (un puerto sin puerto) y un largo etcétera.
Eso, además de demostrarle al electorado que no tiene un plan de trabajo que ofrecer, muestra el pánico que tienen ante la respuesta del votante, que prefiere un gobierno que ha respondido o esos mismos “políticos de siempre”, que están pensado que en pleno siglo 21, aún “los perros se amarran con longaniza”.