La provincia de Chiriquí con una población de 416, 873 habitantes, solo el 19.08% ha terminado la primaria; el 14.58 %, la secundaria; mientras que 1.75% culminó por lo menos cuatro años de preparación universitaria; al igual que el 1.64%, repartido entre post-grados, maestrías y doctorados. Todo lo anterior, según datos de la Contraloría General de la República.
El pasado año, la matrícula general a nivel de pre-media y media fue de 124 mil 99 estudiantes y 17 mil 189, en pre-escolar. Esto en toda la provincia. La Comarca Ngabe Buglé registró los índices más altos, referentes a deserción escolar con 9.1% y el resto de la provincia promedió una tasa del 8.4%. En otras palabras, los indígenas siguen siendo la raza que más se explota y denigra en Panamá. Según estos datos proporcionados por la oficina de estadísticas de la Regional de Educación, el año anterior 141, 288 alumnos entre oficiales y particulares iniciaron el año escolar; sin embargo solo el 82.5%, logró terminar.
Celia Centeno, directora del Colegio Francisco Morazán, asegura que cada centro educativo tiene sus particularidades; sin embargo, la deserción, en la mayor parte de los casos, ocurre por dificultades económicas. De acuerdo a la directora, el plantel previendo esta necesidad habilitó, desde hace tiempo, el departamento de bienestar estudiantil que provee del pasaje y alimentación a los educandos que lo requieran. Pero, el alumno debe comunicar sus necesidades. “Si no sabemos no podemos hacer nada”, aseguró Centeno.
El Colegio Morazán es uno de los diez planteles de la provincia, que mantiene dentro de sus instalaciones un gabinete psicopedagógico, o sea un equipo conformado por dos psicólogos y una trabajadora social, esto con la idea de orientar y develar las habilidades y destrezas en los estudiantes. También persigue, crear un fundamento sólido de la personalidad del individuo; ya que, la baja autoestima provoca estados de ánimo que inciden en bajones en el rendimiento de las personas y con más razón en los adolescentes, informó la directora. “A pesar que nuestra matrícula la conforman en su mayoría damas, los varones son los que desertan con más frecuencia”, anunció la profesora. Este plantel posee una matrícula de 1500 alumnos, donde el 65% son féminas.
El problema parece ser de actitud y formación. Formación que debe hacerse en hogar, en los años tempranos del niño. La mayor parte de los chicos que desertan, provienen de familias disfuncionales. La instrucción de la casa, o sea los valores son muy importantes y decisivos en la conducta del niño, y estos se reflejan en la conducta del individuo a la postre, y esta valorización del individuo puede hacerse por los padres, o por uno de los dos.
Libros relacionados a la conducción del niño y el desarrollo del individuo, señalan los índices de fracaso y deserción como el resultado de la poca o nula interacción entre padres e hijos. En ese mismo sentido, indican que los adolecentes buscan soporte en personas “no correctas”, que trastornan el norte del estudiante y obstaculizan el rol que deben cumplir, el cual consiste en estudiar.
En esa misma línea, Alberto Preciado, psicólogo clínico y encargado del departamento de psicología en el colegio Francisco de Asís; dijo que las deficiencias presentadas por los individuos, los estudiantes en su conjunto, son la consecuencia de desórdenes afectivos o problemas económicos. Añadió que los fracasos en particular, se deben a percepciones bajas o negativas del yo, o sea un auto-concepto, inferior a las capacidades cognitivas. “Toda acción está precedida por factores endógenos, es decir internos; o exógenos, o sea externos”, dijo. En otras palabras, el daño psicológico que recibe un estudiante, ya sea en casa o en los colegios, repercute directamente, en su rendimiento académico.
Las limitaciones económicas, es la causa más común en las deserciones, en esta parte del país, en especial en el área comarcal, donde el año pasado cerca de dos mil estudiantes abandonaron la escuela, para dedicarse a otras actividades.
Otros especialistas, opinan que gran parte del problema, se debe a los malos valores que algunos medios de comunicación transmiten. A saber, la música denigrante y ofensiva, programas apologistas del delito; tales como narco novelas. Por otro lado, la magnitud con que se transmiten hechos de violencia y programas de “humor”, de mal humor los cuales denigran a la mujer y a las razas, todos estos meandros según las personas consultadas, convergen en el gran río que conlleva al fracaso de un sector de la población estudiantil.
El economista José Cerrud, en cierta ocasión, expresó que muchas veces los jóvenes, abandonan la escuela, no por falta de valores, si no por un carente soporte económico capaz de solventar sus necesidades básicas inmediatas. “Cuando la figura jefe de familia está ausente o nula, ya sea por escasos ingresos u otras causas, los más tiernos se ven obligados a interrumpir sus faenas académicas, para desempeñarse en trabajos que por lo general, exigen esfuerzos físicos, tan extenuantes y agotadores , que no les queda aliento para estudiar”, aseveró. Dijo que un ejemplo, ya viciado, son los estudiantes de comarcas indígenas, quienes dejan de lado sus estudios, para trabajar en ocupaciones del agro o comercio informal.
“El consumismo desmedido, comparte gran parte de la culpa”, aseguró el profesor. Las malas campañas publicitarias te venden la idea que al tener un objeto x, serás más feliz. Un teléfono celular, por nombrar uno. La persona hace lo que fuere, para obtenerlo; aunque signifique sacrificar cosas, realmente importantes a futuro.” Es aquí cuando las personas escogen las ofertas que solucionan de momento, aquello que creen una necesidad, añadió el economista.
Alexander Sánchez, catedrático de la Universidad Autónoma de Chiriquí, señaló que el grueso de la juventud, ha sido absorbida por el faso concepto, que solo basta aprender a dominar las nuevas tecnologías, sin embargo, ignoran que éstas solo son herramientas para agilizar procesos.
Desde este punto de vista ético-moral, la ausencia de valores producto de la deformación de la sociedad y la aprensión “juega vivo”, es decir de adquirir o ganar posesiones a través de métodos deshonestos, con la intención de ahorrar esfuerzos mentales y alcanzar el “éxito”, provoca que las instituciones educativas, estén graduando “analfabetas funcionales”. Además, la ausencia de prototipos a imitar, es otro detonante que induce a los estudiantes, a elegir las opciones menos favorables.