El guandú, frijol de palo o Cajanus cajan, por su nombre científico, es uno de los granos más apreciados en nuestro país; sobre todo si presenta un arroma atrayente y por supuesto, exquisito sabor, elementos que son característicos, en el frijol que se cultiva en el área de Bocalatún del distrito de Boquerón, en la Provincia de Chiriquí.
Boquerón es la segunda región del país con mayor producción de guandú. Esta zona es superada únicamente por Ocú, en la provincia de Herrera, quienes colocan en el mercado, la mayoría del frijol de palo, para abastecer la demanda nacional.
Eduardo Rivera, productor del sector de Bocalatún dijo que esta actividad agrícola ha sido practicada por su persona, desde hace años, sin embargo los últimos periodos los costos de producción se han incrementado vertiginosamente, lo cual, aunado a la volatilidad del precio de la leguminosa, amenaza la subsistencia del mediano y pequeño productor. Sin embargo, aseguró que este año la producción marcha viento en popa, ya que las aguas no han perjudicado las plantaciones.
Los costos de producción para este rubro pueden variar dependiendo de dos situaciones. Si el terreno es propio o alquilado. En otras palabras, cultivar una hectárea del codiciado grano, puede costar entre B/.300.00 a B/.600.00. Costo que conlleva desde el desmonte de las malezas hasta cuando los arbustos inician a botonar; es decir al principio de la floración. Allí inicia, otro proceso que debe cumplirse, semanalmente.
Cuando los matojos alcanzan el clímax, es decir su etapa productiva, se hace necesario aplicar un tratamiento, con un rango de aplicación semanal. Esto, de acuerdo a los expertos, para evitar los ataques de insectos y plagas como la antracnosis, la más temida por los productores de guandú.
Es oportuno mencionar que en el mundo, conforme a la FAO, existen alrededor de 45 patógenos que causan enfermedades degenerativas en el Cajanaus cajan; sin embargo la antracnosis es la más letal en esta parte del país. Las aplicaciones se deben realizar por aspersión, ya sea con bomba de espalda o motor, todos es factores encarecen la productividad.
Diferencia
Un productor tradicional de esta área, como lo es Rivera, puede emplear durante, el tiempo de la siega de 30 a 35 personas por semana. Cinco o seis de ellas, en las labores de recolección de las vainas y el resto, desgranado el producto.
El jornal se cotiza entre los B/. 10.00 a B/. 12.00, por día. Por otro lado, los que se emplean en retirar los granos de las guabas o vainas, devengan B/. 0.30, por libra. Hay quienes pelan hasta 20 libras en cuatro horas.
Cabe resaltar que una de las detonantes por las cuales se eleva el precio, es la escasez del producto, por lo que los intermediarios especulan, percibiendo de esta manera, ganancias por encima del 100%, versus lo que pagan a los productores en el campo.
Para tener una idea leve, de lo que implica producir un quintal de guandú, calculemos: El quintal está cotizado actualmente, en B/. 225.00. Sin embargo, cosecharlo y tenerlo listo para la venta ocupa entre B/.125.00 a B/. 140.00. Este dinero, se subdivide de la siguiente forma: recolección B/. 35.00; desgrane B/. 30.00; aplicación semanal de fungicidas y fertilizantes B/. 55.00, distribuidos en los químicos y la persona que aplicará los riegos y B/. 10.00 para el refrigerio de los jornaleros. Al final al productor, termina recibiendo B/. 95.00, libres de gastos.
Según Demesio Guerra, lo más que a recibido por una libra de guandú ha sido B/. 5.00, esto cuando el guandú alcanzó índices por encima de los B/. 10.00, libra.
Guerra siembra regularmente, alrededor de una hectárea del mencionado grano. De acuerdo, con lo que comunicó llega a cosechar hasta dos quintales semanales; en otras palabras doscientas libras cada ocho días. Agregó que no invierte, gran cosa en fertilizantes. “Yo solo le aplico abono foliar y algún insecticida para conservar la flor.
Por su parte, Eduardo Rivera, asegura que él, ha cultivado entre cinco y ocho quintales por hectárea. ¿A qué se debe esta diferencia? –Bien como se pudo constatar- existen agricultores que no emplean el uso de fitohormonas ni estimulantes para el crecimiento, de los plantones. Rivera, es del grupo que prefiere dar un tratamiento sistematizado; acción que se ve reflejada en el rendimiento por hectárea.
“Este año sembramos dos hectáreas, por lo que se preveía una cosecha de uno 100 quintales, aproximadamente, sin embargo con este brote malario desconocido, las plantaciones se están muriendo, hasta no quedar nada, expresó el agricultor.
Las lluvias repentinas y los constantes cambios del clima, a consecuencia de los desórdenes atmosféricos mundiales, desestabilizaron las proyecciones de los productores, quienes creían tener asegurado el mercado para fines de año. Aunado a ello, la aparición del desconocido hongo, descalabró las expectativas de los agricultores, referente a la próspera temporada, que hasta hace mes y medio, parecía ser este año.
Bocalatún, La Meseta, Macano, Cerro Cabuya son las zonas de mayor producción de la leguminosa, no obstante la primera es la que más produce. Se calcula que unos las actividad ha decrecido en un 40%, ya que los campesinos han preferido recibir dinero seguro, porque así como los precios estuvieron altos; bajaron en periodos recientes, hasta situarse en B/. 0.40 por libra; recuerdan con amargura.
“Adolecemos es de un verdadero plan de incentivos, ya que los precios no son estables, y las compañías que lo compran para enlatarlo, pagan un bicoca-recordando los ocho dólares que pagaba una empresa, a los productores de la Comarca- señalan que si las regentes del campo, controlan la entrega de abonos y plaguicidas a los verdaderos productores, el consumidor, saldría más beneficiado.
Interesante articulo! Felicidades Elmer por las investigaciones!