Mónica Rodríguez, ha soportado siete operaciones a su corta edad de 11 años. La primera a los 15 días de haber nacido, intervención infructuosa, según sus abuelos. Ella, permanece inmóvil ante la mirada impotente de su abuela, quien luego de parpadear, se inclina para besarla. Mónica padece de hidrocefalia, una rara enfermedad caracterizada por la acumulación excesiva del líquido cefalorraquídeo, el cual ocasiona presión sobre el cerebro.
Hasta los dos años, su niñez se desarrolló con muchas dificultades, pero al menos podía comunicarse con sus palabras. Luego de una segunda operación, a esa edad, sus facultades comunicativas, se redujeron, hasta el punto que hoy; no pronuncia palabra. “Ella hablaba, bueno en realidad le entendíamos, cuando nos transmitía sus comportamientos y estados de ánimo, pero ahora, ya hace más de nueve años, no hemos vuelto a escuchar su voz”, sostiene Marcelino; entretanto señala la habitación de su nieta.
Rodríguez informó que nunca han recibido ayuda. Ni en orientación, ni mucho menos de tipo económico. “Hace alrededor de cinco años, una autoridad nos prometió ayudarnos, pero allí quedó, solo cuentos”, argumenta.
Las precarias condiciones habitacionales y el sueldo de hambre que recibe, don Marcelino, cabeza de familia y quien sustenta las necesidades alimenticias de su enferma nieta y seis personas más, recrudecen el panorama para esta familia.
A los 62 años, se ha visto en la obligación de laborar en dos empleos. El primero como jornalero, turno que comprende ocho horas, malamente remuneradas. Su sueldo ocho dólares por día. El segundo, durante la noche. Su segunda faena inicia a las ocho de la noche y acaba a eso de las cinco de la madrugada, para reanudar la diurna a las siete y media de la mañana. Todo el esfuerzo que realiza es para dar un sustento a los suyos y en especial a Mónica.
Con todo su salario, solo alcanza B/. 40.00 ó B/.48.00 semanales, ya que su patrono lleva varios meses, según él que no le paga sus honorarios nocturnos.
Según Emilia de Rodríguez, la abuela, a ella le gustaría llevar periódicamente a su nietecita al médico, sin embargo las limitaciones económicas, la escasez de transporte colectivo, en esta área acrecienta el problema, ya que los taxis cobran cerca de los B/. 20.00, por vuelta; es decir B/. 40.00 por día. Tomando en cuenta, el poder adquisitivo del jefe de esta casa, anula las aspiraciones de la anciana.
Regularmente, esta chica asiste a control médico, una vez por año; salvo en los casos que necesita extracción del líquido que se le acumula en el cerebro.
La hidrocefalia puede ser congénita o adquirida. Por los rasgos que presenta Mónica, su caso puede ser congénito, aunque según sus abuelos, el caso no ha sido certificado. Probablemente, que pudo ser ocasionada por influencias del ambiente durante el desarrollo del feto.
La familia Rodríguez vive en Bajo Frío, una comunidad apartada perteneciente al distrito de Bugaba.