Murgas, diablos espejo, cantalantes, atuendos originarios de la región, y un ambiente festivo vernacular, se entretejieron para hilvanar una puntada más, del gran mantel que constituye, la tuna del Barrio el Peligro; festividad que se ha hecho tradición en nuestro pueblo, la cual se celebra año tras año, cada 28 de noviembre, en horas de la noche.
Lucinda Molina, quien mantiene más de 25 años de impulsar el folklore en la provincia, destacó la importancia de esta celebración, la cual concede identidad al terruño chiricano. Lucy, como le llaman sus allegados, fungió como maestra de ceremonia presentado a los invitados de la actividad.
Mario Córdova, considerado por la anfitriona como su mentor, ya que ostenta, más de cuarenta años como impulsor de las tradiciones del pueblo, disertó sobre la necesidad de hacer docencia en la nueva generación, sobre las costumbres y tradiciones que constituyen, según él, el alma del pueblo.
La festividad que coincidió con el trigésimo aniversario del Centro Regional de la Universidad Tecnológica de Panamá, fue aprovechado por la folklorista para distinguir al licenciado Abdiel Saavedra, director de esta Casa de Estudios Superiores, como el abanderado del evento.
Cabe mencionar, que la familia Klinger, ha desarrollado, por varios años, actividades similares, en esta localidad; de allí el nombre, tambores peligreños.
El historiador Mario Molina, recibió el crédito por haber rescatado en 1983, las tunas y tambores del Barrio el Peligro, para lo cual desarrolló festivales en varios puntos de la geografía chiricana.